La Cascada Mágica

En un reino lejano, donde los árboles susurraban secretos y las flores cantaban melodías, vivía un juglar llamado Lúcio. Era un joven alegre, siempre con su laúd en mano, listo para contar historias y hacer reír a los niños del pueblo. Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó rumores sobre una Cascada Mágica que concedía deseos a quienes se atrevían a encontrarla.

Intrigado, Lúcio decidió que debía encontrar esa cascada. En su camino, se encontró con una ermitaña llamada Elara, que vivía en una cueva cercana. Elara era sabia y conocía muchos secretos del bosque. Cuando Lúcio le habló de su deseo de encontrar la cascada, ella sonrió y le dijo: "No es un camino fácil, joven juglar. Pero si estás decidido, puedo acompañarte".

Así, juntos comenzaron su aventura. Mientras caminaban, se encontraron con un cruce de caminos. Uno llevaba hacia un sendero lleno de flores brillantes, y el otro hacia un oscuro bosque donde se escuchaban extraños ruidos. Lúcio miró a Elara y le preguntó: