La Princesa y el Dragón

En un reino lejano, donde los árboles susurraban secretos y los ríos cantaban melodías, vivía una valiente princesa llamada Elara. Ella no era como las demás princesas; no le gustaba quedarse en el castillo, sino que soñaba con aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque, conoció a una niña llamada Sofía, que también anhelaba vivir grandes historias.

Juntas, decidieron aventurarse a la misteriosa Cueva de los Orcos, un lugar lleno de leyendas y misterios. Se decía que en su interior habitaba un dragón, pero no cualquier dragón, sino uno que podía hablar y que guardaba un gran secreto. Con sus corazones llenos de valentía, Elara y Sofía se adentraron en la cueva, iluminadas por la luz de sus antorchas.

Al entrar, el aire se volvió frío y un eco resonó en las paredes. De repente, un rugido profundo hizo temblar el suelo. "¿Quién osa entrar en mi cueva?" preguntó una voz poderosa. Era el dragón, un ser majestuoso con escamas brillantes como el oro. Elara y Sofía se miraron, pero no se dejaron intimidar.

"¡Nosotros somos!" exclamó Elara con valentía. "Venimos en busca de aventuras y de un amigo". El dragón, sorprendido por su audacia, decidió ponerlas a prueba. "Si quieren ser mis amigas, deberán responder a una pregunta: ¿Qué es más importante, la fuerza o la inteligencia?"