La Casa de los Horrores

La Casa de los Horrores

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En una oscura noche de luna llena, la bruja Morgana y el hombre lobo Lúcio se encontraron en el umbral de la Casa de los Horrores, un lugar que había sido objeto de leyendas y rumores durante siglos. Se decía que aquellos que entraban nunca volvían a salir, atrapados por los espíritus que habitaban en su interior. Sin embargo, ambos estaban decididos a enfrentar sus miedos y descubrir la verdad detrás de la casa.

Morgana, con su cabello negro como la noche y ojos que brillaban con un destello de magia, miró a Lúcio, quien, a pesar de su apariencia feroz, tenía un corazón noble. "¿Estás listo para esto?" preguntó ella, su voz temblando ligeramente. Lúcio asintió, su mandíbula tensa. "No tengo miedo de lo que pueda haber dentro. Lo que me aterra es lo que podría descubrir sobre mí mismo."

Con un profundo suspiro, cruzaron el umbral. La puerta chirrió ominosamente al cerrarse detrás de ellos, y la oscuridad los envolvió. A medida que avanzaban, el aire se volvió denso y frío, y un escalofrío recorrió sus espinas. En la penumbra, comenzaron a escuchar susurros, ecos de almas perdidas que parecían advertirles de un peligro inminente.

De repente, se encontraron en una sala amplia, iluminada por una luz tenue que emanaba de un candelabro cubierto de telarañas. En el centro de la habitación había un espejo antiguo, su superficie oscura como la obsidiana. Morgana se acercó, sintiendo una extraña atracción hacia él. "¿Qué crees que hay dentro de ese espejo?" preguntó Lúcio, manteniéndose a una distancia prudente.

"Tal vez sea un portal a otra dimensión, o quizás refleje nuestros peores temores", respondió Morgana, su voz apenas un susurro. En ese momento, el espejo comenzó a brillar, y una imagen se formó en su superficie. Era una visión de sus miedos más profundos: Morgana vio a su familia rechazarla por su magia, mientras que Lúcio se vio a sí mismo como un monstruo, incapaz de controlar su transformación.

Ambos se dieron cuenta de que debían tomar una decisión crucial. Podían intentar romper el espejo y liberar a las almas atrapadas, o podían enfrentarse a sus miedos y aceptar lo que eran. La elección que hicieran podría cambiar sus vidas para siempre.

¿Qué camino eliges?