Hablar directamente con el troll

Hablar directamente con el troll

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Elena y Fernando decidieron que la mejor manera de acercarse al troll era ir sin nada y hablar directamente con él. "Si llevamos un regalo, puede que piense que solo queremos algo a cambio", dijo Elena. Fernando asintió. "Lo mejor será mostrarle que estamos aquí para escucharlo". Con valentía, se dirigieron hacia la cueva del troll, que estaba escondida entre las colinas cercanas a la ciudad. El camino era empinado y estaba cubierto de piedras, pero eso no los detuvo. Al llegar, pudieron escuchar los fuertes gruñidos del troll dentro de la cueva. "¿Estás lista?" preguntó Fernando, mirando a su amiga. Elena asintió con determinación. Se pararon en la entrada de la cueva y llamaron: "¡Hola, señor troll! Mi nombre es Elena y este es mi amigo Fernando. Queremos hablar contigo". Durante un momento, no hubo respuesta. El silencio era tan profundo que solo se escuchaba el viento soplando entre los árboles. De repente, un enorme troll apareció en la entrada de la cueva. Tenía ojos brillantes y una expresión cansada, pero no parecía tan aterrador como lo habían imaginado. "¿Por qué me molestan?" gruñó, cruzándose de brazos. Elena dio un paso adelante. "No queremos molestarte. Hemos escuchado que has estado teniendo problemas con los aldeanos y queremos ayudarte". El troll los miró con desconfianza. "¿Ayudarme? Nadie quiere ayudarme. Los aldeanos solo me temen". Fernando intervino: "No creemos que seas malo. Solo queremos saber qué pasó para que podamos solucionarlo juntos". El troll suspiró profundamente y miró hacia el suelo. "Hace años, solía ayudar a los aldeanos. Pero un día, ellos dejaron de confiar en mí. Me trataron como a un monstruo. Eso me hizo sentir solo y enojado". Elena dio un paso más cerca. "Entendemos cómo te sientes. Pero creemos que puedes volver a ser amigo de los aldeanos. Tal vez podamos ayudarte a reconciliarte con ellos". El troll levantó la vista, con una chispa de esperanza en sus ojos. "¿De verdad harían eso por mí?" preguntó, con la voz temblorosa. Elena y Fernando asintieron al unísono. "Sí, todos merecemos una segunda oportunidad", dijo Fernando. Y así, llevaron al troll de vuelta al pueblo. Al principio, los aldeanos estaban asustados, pero cuando escucharon su historia, comenzaron a entenderlo y a aceptar su amistad nuevamente. El troll prometió ayudar a los aldeanos como lo hacía antes, y juntos celebraron un gran banquete en su honor. Moraleja: A veces, la empatía y el valor de escuchar pueden transformar el miedo en amistad y comprensión.

¡Fin!