Detener al Rey

Detener al Rey

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Elena, con determinación, se enfrentó a Alaric. "¡No dejaré que el poder te consuma!". Fintan, apoyando a Elena, conjuró un hechizo que envolvió al rey en una luz brillante. Alaric, atrapado entre la ambición y la razón, luchó por liberarse.

Con cada palabra de Elena, el rey comenzó a recordar quién era realmente. "¡Alaric, eres un rey noble! No necesitas el poder del artefacto para ser grande!". Finalmente, con un grito de desesperación, Alaric dejó caer el orbe, que se hizo añicos al tocar el suelo.

La luz se desvaneció, y el rey, ahora libre de la influencia del artefacto, se arrodilló. "Lo siento, Elena. He estado ciego por la ambición". Fintan sonrió, sabiendo que habían salvado al rey de sí mismo.

Desde ese día, Alaric gobernó con sabiduría y humildad, recordando siempre la lección aprendida en las ruinas. La ambición desmedida puede llevar a la perdición, pero la verdadera grandeza se encuentra en la bondad y la humildad.

¡Fin!